Testimonio Cristina Gutiérrez Mateo
Me levanté un mañana y al mirarme al espejo no me reconocí. No sabía de quién eran esos ojos, esa cara totalmente desencajada, triste y sin vida. En ese momento fui consciente de que había perdido el control de mi vida. Los dolores controlaban todo mi ser, mi mente, mi corazón, mi voluntad, mis actos y lo que es peor, mi esencia. Todo giraba en torno a los dolores, pues no podía hacer nada. Un sin vivir, viviendo fuera de mí.
En cuanto abría los ojos al despertarme ya no podía más. Es como si un clavo me atravesara la columna vertebral por la zona lumbar en la L5. Una espiga que me recorre desde el coxis hasta las cervicales y luego se abren todas las espigas horizontalmente por toda la espalda. Los músculos paravertebrales como las cuerdas de una guitarra, totalmente tirantes y contracturados. Pinchazos y agujas toda la espalda. Latigazos y estallidos constantes por la nuca. Muchos vértigos y mareos. El trapecio y cervicales totalmente contracturados sin poder girar la cabeza para los lados. Dolor de oídos, mandíbulas y el cuello todo tirante. Dolor de hombros, brazos como por los músculos. Los codos me arden y me duele sólo apoyarlos. Los dedos también duelen. No puedo apoyar las palmas de las manos casi, pues luego me duelen las muñecas. A veces siento un clavo que me atraviese cada palma.
En el pecho parece como si estallan por dentro fibras pequeñas. Las caderas también duelen, el soas. Las rodillas poco, lo que menos y pocas veces. Los tobillos mucho cuidado al andar. Pero cuando alcanzo el punto álgido del dolor me duele todo por dentro y me arde. Me quiero morir. Paso tres, cuatro y a veces cinco días a la semana con casi todo el día el punto álgido y sino un ocho sobre diez. Tengo que dormir con una almohada entre las piernas y los brazos pues no soporto ni el roce de los huesos.
Los médicos sólo me ven artrosis en la zona lumbares en las cervicales. Al final me dejo hacer de todo: una rizolisis en la zona lumbar, un bloqueo en el dorsal alto (con toxina botulímica), ozonoterapia, acupuntura por toda la espalda, todo tipo de medicamentos en la unidad de dolor, parches de morfina y cada vez peor. Creo que me estoy muriendo y no saben lo que me pasa.
En una visita al ginecólogo, José de la Lastra Olano, me recomienda que vaya a Burdeos a ver al Doctor Senegás. Clinique Saint Martín. allé des Tulipes. 33608 Pessac.Burdeos. Tel (33) 0557020000 fax (33) 0507020202. Es una eminencia en columna vertebral, pero en nada más. Como está a casi cinco horas de coche desde Santander me desanimo pues no soporto estar sentada, de pie, tumbada.
Gracias a mi marido, Nacho, que me ha acompañado en este horrible camino que me ha tocado soportar vamos hasta allí con todo tipo de tacs, resonancias, radiografías. Nada más llegar me dice que me quite la ropa, me man?a andar, me tumba, me mira un poco y sin más me dice: tienes el síndrome de hiperlaxitud y ahora te lo voy a demostrar. Dóblate el dedo pulgar hasta aquí, haz tal y cual. Y claro me pongo a recordar todas las contorsiones que hacía de pequeña y me queso extasiada.
Él, horrorizado, me dice que cómo no me han visto esto en España, que tal como está mi columna tenía que tener todas las vértebras partidas y no lo están por la laxitud. Y tal cual en el informe médico describe como está mi columna vertebral, pues él sólo se dedica a esa parte, ni siquiera las cervicales. Tienes hiperlordosis lumbar con exageración de la cifósis torácica, protación del cuello y los omóplatos y una marcada anteversión pelviana.
Me explica que tengo que trabajar primero rectificación postural global RPG y luego trabajar toda la musculatura del cuerpo explicando cómo, igualito que aquí los médicos. En ese momento me eché a reír con una risa nerviosa en lugar de ponerme a llorar. Por fin alguien me dijo lo que me pasaba, a mis 41 años, después de tantos y tantos médicos desde que era pequeña.
Mi marido y yo volvimos a casa totalmente alucinados. Claro, luego pisas tierra firme y te das cuenta que sólo sabes el nombre de la enfermedad. Empecé a preguntar quién me podía entrenar, no encontraba a nadie pues a los que pregunté no se atrevían, y por fin en Marismas después de una revisión con el médico deportivo empecé a trabajar con la fisioterapeuta Laura. Lo primero que hizo fue enseñarme a andar. Mi cuerpo estaba tan rígido que me movía en bloque, es decir era como si no pudiera mover la cintura y cadera a derecha e izquierda. Entonces iba por la calle andando despacio y pensando a la vez brazo derecho hacia la izquierda y pierna izquierda hacia la derecha a la vez, etc., etc. Me llevó un tiempo largo que me saliera de manera natural. Me ponía una tabla de gimnasia que hacía todos los días, trabajaba con ella dos, uno en el suelo y otro en el agua y también iba a clase de espalda con ella. Me iba cambiando la tabla en función a los cambios de mi cuerpo más que lentos. Estuvimos algo más de cuatro años trabajando juntas.
Después llegó el pilates y empecé tres días a la semana y dos espalda. Luego dos días reformer, máquinas de pilates, y tres en suelo. Ha sido súper dolorosa la experiencia de rectificar mi cuerpo, pero si no llego a hacer eso que sería de mi. Hace un año comencé con clases de Chi kung, es parecido al Taichí, pero es totalmente energético y maravilloso para todo el mundo y más para nosotros. Así qué dejé un día las clases de pilates suelo y hago Chi kung. También lo hago en casa todos los días pues me ayuda mucho. Todo eso es lo que he hecho físicamente desde que tuve que dejar de trabajar hace ya 9 años.
Tres o cuatro años antes tuve cáncer de útero, pero tuve suerte y no me tuvieron que dar quimio ni radio. Y cuatro años atrás mi madre sufrió un ictus masivo, pasó casi un año en el hospital con todo tipo de complicaciones. No se sí todo esto motivó la explosión definitiva de los dolores, pero el Dr. Graham dijo que no. Mi marido está convencido de lo contrario. Yo pienso que es lo que me toca y punto. Mover un cuerpo inmóvil destroza a cualquiera. Sé que me pasé cuidando de mi madre, pero lo haría una y mil veces por encima de mi salud y de lo que sea. No hay amor más grande y poderoso que el de una madre. A mi me ha enseñado lo más importante que debe aprenderse en la vida. Siempre me decía que nadie me iba a aconsejar mejor que ella pues nunca nadie me querría como ella. Que con una sonrisa en esta vida conseguiría lo que quisiera. Con una sonrisa eres capaz de cambiar la actitud de la persona a la que sonríes. Eso me costó años comprenderlo pues me lo decía cuando era una adolescente.
El médico de la unidad del dolor me dijo que fuera al psicólogo, pues iba a sufrir mucho y me vendría muy bien. Estuve yendo durante un año. Lo primero que me dijo fue: no pierdas nunca esa vena macarra que tienes pues te sacará adelante, sigue arreglándote, pues eres muy presumida, no dejes nunca de hacerlo o estarás perdida, pero lo más importante fue si sigues sufriendo en silencio y no le explicas a la gente lo que te pasa difícilmente te pueden comprender. Esto en la primera sesión así que al salir pensé: me quedo con este psicólogo, evidentemente. También me dijo que tenía que aprender a llorar que eso de echar dos lagrimitas reprimidas te dejaba aún peor. Dos días a la semana que dejaba a mi hija una hora en clase de inglés, me tenía que poner a llorar sola en casa pensando cosas tristes hasta que aprendí. El día que aprendí no podía parar.
La verdad es que no soportaba ni que me preguntaran que tal me encontraba. A veces cruzaba de acera para no tener que hablar con la gente, bueno eso lo he hecho durante años. Aún hoy cuando me paran para hablar un rato, me resulta insoportable estar de pie parada, al menos hablo con la gente de lo que me pasa, ayudo a mucha gente con otras cosas, en fin lo más duro fue el día que entré en la página de asedh y me puse a leer. Tardé más de cinco días en leer las pocas páginas publicadas y escritas por el Doctor Graham. Vi mi vida pasar desde que era muy pequeñita, esguinces cada dos por tres en los tobillos cada vez que corría jugando con mis amigas, dolor de pies al andar, se me doblaban las muñecas cuando pretendí aprender a jugar en tenis etc.
A los trece años la profesora de gimnasia del colegio me dijo que me llevara mi madre al médico, que tenía algo raro en la columna vertebral pues no era normal lo que hacía mi columna al doblarme hacia atrás. Todo tipo de contorsiones, bueno eso de pequeña. Total que los médicos no sabían y sin más me dijeron que tenía que dejar de hacer gimnasia, que como mucho fuera a nadar a espalda y a braza. Recuerdo que lo primero que me dijo el Doctor Senegás fue, la natación no te sirve para nada. Tienes que hacer gimnasia toda tu vida etc., etc.
Después durante la pubertad empecé con los dolores de espalda, yo cuando digo espalda hablo de todo, desde el sacro hasta más arriba de las cervicales. Cuando iba al cine, por ejemplo, con mis amigos me tenía que sentar en el suelo hasta que entraba. Recuerdo toda mi vida desde que empecé a trabajar bien joven, pues soy funcionaria del estado, llegar cada día a casa y tener que tirarme literalmente al sofá de los dolores que tenía. A las dos horas podía levantarme y hacer lo que fuera. Pasaba temporadas realmente insoportables de más de seis meses que no podía más y al final mejoraba un poquito. Bueno durante esos años iba a médicos de vez en cuando y terminé harta de pastillas que no me hacían nada y harta de tanto sufrimiento e incomprensión.
Con 24 años fui a unos terapeutas que terminaron con mis dolores de pies, tenía los tendones abiertos y descolgados. Iba un día a la semana, me daban unos masajes muy dolorosos, luego me ponían algodones entre los dedos y te los vendaban durante una semana y así en ocho meses creo recordar pude apoyar los pies normalmente y mis dedos estaban estirados. Desde entonces los pies no me duelen al andar. Los juanetes sí, menudos latigazos de vez en cuando.
Con el resto del cuerpo no tuve suerte, hasta que la tuve por lo menos con el diagnóstico. En esa época vivía en Madrid. Vine a Santander con 27 años. Bueno en noviembre justo antes de mi cumpleaños, cumplía 42, fuimos mi marido y yo a Londres a una consulta con el Doctor Graham. Hospitalm Of St John & St Elizabeth. 60 Grove End Road. London. tel (020) 78064060. fax (020) 780640020. Lo que nos dijo al recibirnos fue sorprendente: es un honor para mi que hayan venido desde tan lejos a verme. Yo le dije que el honor era nuestro, por supuesto. Estuvimos más de dos horas allí dentro. Lo primero que me explicó fue que el sistema nervioso autónomo no me funcionaba y que por eso no me hacían efecto los analgésicos ni los parches de morfina. Que es como si tu pusieras un equipo de música a todo volúmen y distorsionase los sonidos. Entonces comprendí realmente lo que era el síndrome. Me habló de la rigidez de la espalda y de todo mi cuerpo. Es como si la laxitud se convirtiera en rigidez, además de los dolores. También me dijo que no había tratamiento. Que es una mutación genética del colágeno, que no se sintetiza y que llevaba años investigando el porqué en un momento de nuestra vida desarrollamos el síndrome.
Un 10% de la población es laxa pero un 0,09 % padecemos el síndrome. Que tengo 7 de 9 de hiperlaxitud en el cuerpo y 1 de 3 en la piel. Los tobillos y planta del pie subluxos. Aunque ya sabréis que la mayor o menor hiperlaxitud es independiente del síndrome. Alguien con sólo 2 puede padecerlo. También muy humildemente me dijo que es fácil de diagnosticar cuando sabes lo que buscas pero difícilmente te lo planteas si no lo buscas pues es algo muy raro. Cuando terminó la anamnesis me dio los siguientes consejos: tienes que conocer tus limitaciones, vivir con ellas y trabajar terapias cognitivas para convivir con el dolor. Hacer ejercicio el resto de tu vida para mantener en forma la musculatura para combatir la tendencia a no estar en forma, combinar ejercicios de propiocepción y estabilización de las articulaciones, técnicas de movilización para restablecer la hiperlaxitud natural en las articulaciones y segmentos de la columna en la que se hayan perdido. También me preguntó ¿cuándo te diste cuenta que habías perdido el control de tu vida? En ese momento no pude controlarme y lloré amargamente, por primera vez delante de alguien, y era un desconocido. Me dijo que cómo no iba a comprenderme pues el veía gente como yo. Me sentí realmente comprendida por primera vez en mi vida, y encima por una eminencia en la materia. Allí en Londres enseñan a la gente tres días por semana diferentes técnicas para vivir con esto.
Cuando volvíamos a Santander en avión iba hundida en la miseria y mi marido me dijo lo más grande que alguien te puede decir: TRANQUILA ESTO NOS HA TOCADO A LOS DOS. Como veréis tengo un marido más que maravilloso, que me adora y me admira, me valora y me ama de verdad, al igual que mi hija María que ahora tiene 17 años. Por cierto la episotomía del parto fue un horror. Tardé más de seis meses en poder tener relaciones con mi marido. Mi madre me quería llevar al cirujano plástico, pero poco a poco pude hacerlo y muy bien por cierto.
Por supuesto no sabía que eran terapias cognitivas. El primer día que fui al gimnasio nada más llegar vi a un chico que me sonaba de un curso de mente activa. Había hecho un curso como 10 años antes, el famoso método Silva, en el que te enseñan técnicas de relajación etc. Te enseñan a entrar en alfa. Me acerqué a él y le conté lo que me pasaba. Retomé las técnicas y dormí toda la noche por primera vez. Lo hacía dos y tres veces al día durante dos años. Algo mejoré, pero tan poquito que no me llegaba.
Después me enseñaron Reiki, el primer nivel, te enseñan a trabajar la energía en tu cuerpo, también lo hacía dos veces al día, me ayudaba otro poquito pero muy poquito. El chico del curso del método Silva hizo un curso para entrar en zeta, que es el nivel más profundo de la consciencia y el primer día me salió a la primera, es otro mundo. Ahí te relajas hasta un punto que estás como un poco en flotación y en ese punto trabajaba mentalmente todo lo que quería: me meto colágeno, me encuentro fenomenal, estoy guapa (no me hacía ni fotos, no soportaba verme esos ojos). Iba mejorando un poquito más, pero seguía necesitando mucha ayuda.
Probé dos años bioresonancia, me ayudaba un poco. Después conocí a unos terapeutas, Luis y Victoria (seres maravillosos) que trabajan una técnica, aunque en realidad son varias, que se llama Body Harmony, combinan respiración, manos, a veces con cristalitos te curan mente-cuerpo, pues sabréis que siempre va unido. Me ayudaron muchísimo, no puedo explicaros con palabras las cosas que sentí. Es algo que cada persona vive de diferentes maneras. Más o menos estuve casi dos años con ellos. Seguimos en contacto pues les consulto de todo. Luis vive en Tenerife y Victoria normalmente en Asturias, recorren varios sitios de España en función de la gente que les necesite. En internet podéis buscarlo todo. El método Silva también lo hacen además de en Madrid en otras ciudades.
Cuando dejaron de venir a Santander, me hablaron del Biomagnetismo médico, que era algo que quería probar. He ido año y medio y entre medias me trabajaba también con las manos el mismo terapeuta. Hace justo un año mi marido escuchó a Suzanne Powell hablar por la radio y me mandó por email su página web, viene en Internet sin más. Hice el curso del que habla. Es una técnica zen de autosanación, respiración consciente etc., es facilísimo de hacer, super efectiva, maravillosa. Os la recomiendo totalmente, lo hago todos los días y me está ayudando mucho. No olvidaros del chi kung maravilloso para compaginar con cualquier cosa que hagáis, también sencillísimo y muy relajante.
Ahora he empezado con un terapeuta nuevo, aquí en Santander y empiezo este próximo lunes. Me hará todo tipo de técnicas. Además de osteópata y fisioterapeuta sabe otras técnicas. Por cierto ayer tuve la primera cita. Salí encantada. Me hizo una técnica metamórfica (todo de lo que hablo lo podéis encontrar en Internet) y salí fascinada. Me encanta él como persona. Me está enseñando unos ejercicios para recuperar la audición. Tengo otoesclerosis y una pérdida del 40% de audición en las conversaciones en los dos oídos, es operable y queda fenomenal pero el otorrino me dijo que no me operaba ni muerto, pues hay músculos, cartílagos y que con lo que tengo no se arriesga a dejarme peor. Todas las enfermedades o dolencias también son emocionales. Qué casualidad que mi pérdida sea en conversaciones (no quiero oír lo que oigo) por eso a ver si con suerte con los ejercicios que me ha enseñado y con el tiempo y unas Cañas voy recuperando la audición.
Tened en cuenta que me ha costado 10 años decidirme a escribir todo esto, y llevo varios días haciéndolo, pues no aguanto mucho escribiendo. El que busca haya y encuentra, no os quepa duda. Pero hay que buscar con el corazón además de con la mente. En todas las ciudades existen muchas personas buenas dispuestas a ayudar a los demás. Yo creo en la bondad por encima de todo, siempre y cuando tu estés dispuesto a que te ayuden los demás, no de boquilla, sino de corazón. Nuestro corazón no necesita la lógica, puede perdonar y aceptar lo que nuestra mente no comprende. El corazón tiene razones que la razón no entiende. Por fin he conseguido romper esas cadenas que me tenían atada al miedo al dolor. Tener miedo a algo es terrible. Ahora mi corazón se siente libre y menuda maravilla poder sentir todo lo que siento. Me siento libre para decir y sentir lo que me de la gana.
Es muy duro asumir lo que tienes, vivir con ello, con tus limitaciones, saber que no puedes llevar una vida ni medio normal, aunque tu apariencia sea impoluta. No poder hacer nunca o casi nunca hasta la cosa más simple como es darte un paseo, ir de compras, viajar, salir a cenar con tu marido, amigos y familia cuando te apetezca. Leer largo rato o una hora. No aguantar que te paren por la calle para hablar un rato porque llegas a casa destrozada de dolores. Para qué contar las cosas de casa, gracias a Dios que tengo dinero para que me lo puedan hacer casi todo. Con lo que hago el resto del día ya me sobrepasa. Me paso la mayor parte del día tumbada en un sofá siesta. Claro canal plus premiun, como para no. Se me pasa la vida así.
Cuando peor me puse mi hija era muy pequeña, era durísimo tener que pedirle siempre a alguien, además de mi marido, que la llevara a tal sitio, que la trajeran de tal. Llevarla al dentista y salir llorando desencajada por estar sentada una hora en una puta silla. Pasarme cenas navideñas sola, por no fastidiar a mi hija y mi marido, y muchas cosas más. No quiero ni pensarlo, pues los pensamientos negativos inundan todo tu ser. Siempre hay que pensar que pasará lo peor, que mañana estarás mejor. Yo he cambiado todas mis frases de un tiempo a esta parte, pues he comprendido que también eso se mete en tu cerebro y se convierte en realidad.
Cuando meditéis, penséis, visualicéis, o lo que quiera que podáis hacer, siempre frases positivas. Yo antes decía no tengo dolores. No, hay que decir: me siento fenomenal, estoy sanísima, tanto mi cuerpo físico, como mi mente, como mi corazón y mi espíritu. Soy muy feliz. Mi sistema nervioso autónomo funciona correctamente bien y se encuentra en paz y armonía con mis células, ADN, con mi tejido conectivo, con mis terminaciones nerviosas, con mi sistema periférico, con todo mi cuerpo físico. Bueno cuando empiezo una frase siempre digo: me permito ser feliz y disfrutar de la vida. Me permito tal y tal. El colágeno se ha fijado en mi cuerpo para siempre perfectamente compensado con mis fibras elásticas en todas mis células, adn, mi tejido conectivo, mi piel, todos mis órganos internos, mis venas, arterias, vasos sanguíneos, todo mi torrente sanguíneo y todos mis tejidos etc.
Pero antes de nada doy gracias a Dios, a mis padres y a mi hermana (a la que nunca conocí) que están en el cielo, a mi marido, mi hija, toda mi familia, amigos a todas las personas que me quieren y me apoyan y sobre todo a todas las personas que me han ayudado, me ayudan y me ayudarán en este camino hacia la iluminación y la sanación.
Hay muchos tipos de técnicas que os pueden enseñar y todas tienen la misma finalidad, sanar tu cuerpo y tu mente, últimamente también digo que mi corazón palpita de alegría, felicidad, amor, salud y paz y todo mi cuerpo vibra, se mueve y funciona en sintonía con mi corazón, y vuelvo con todo mi tejido conectivo etc. Bueno también hay frases que te puedes decir mirándote al espejo. Si encima la verbalizas pues mucho mejor pero eso cuesta más. La primera vez que me miré al espejo y dije Cristina te quiero, me puse a llorar a lágrima tendida. Tenemos que querernos mucho, valorarnos mucho, pero sobre todo tener una paciencia infinita, y aunque hoy me vaya a la cama y le suplique a Dios y a mis padres que mañana no me quiero despertar, cuando nos despertemos tenemos que pensar en las cosas buenas que tenemos, dar gracias por ello y trabajar duramente y cada día nuestro cuerpo y nuestra mente.
Mi último año de trabajo fue un absoluto infierno. Cuando llegaba mi marido a casa estaba horrorizado y me decía que cuando pensaba ir al médico a por la baja. Tardé un año. Siempre me ha gustado trabajar, ser independiente, relacionarme con la gente, sentirme útil. Fue durísimo y aún más plantearme que nunca podría volver a trabajar. Cuando llegó el momento de la jubilación y de solicitar la invalidez permanente, eso fue otro horror. Por fin me la dieron y un ejercicio que hacía todos los días era visualizar a una compañera que me llamaba y me decía Cristina te han concedido la jubilación por invalidez permanente. Lo hice durante meses y un buen día, como a las dos de la tarde, yo estaba acostada pues ya no podía más, entró mi marido en la habitación y me dijo te llama Carmen y esas fueron sus palabras, las que yo llevaba meses visualizando.
Durante todos estos años me he sentido culpable por estar así, me daba vergüenza no trabajar. No quería encontrarme con nadie, ni que me hablaran y menos que me dijeran que estaba delgadísima, que era lo que me pasaba, que tenía una cara de dolor horrible, sobre todo la mirada, la tristeza de mis ojos, mi luz interior, esa estoy empezando a recuperarla. Los kilos que perdí los recuperé cuando empecé a dormir y a relajarme. Cierto es que este último año puedo hacer alguna cosita más. Salgo un día a la semana a cenar. Tomo dos días el aperitivo que a mi marido le encanta y a mi también y salgo un día casi dos horas con unas amigas a tomar café. Es lo más que he conseguido en casi diez años, pero me siento satisfecha. Es como si por fin todo mi trabajo diera resultados, pero aún así doy dos pasitos adelante y uno atrás.
Sé que tengo que seguir adelante por mi marido y mi hija que son toda mi vida. No sé qué hubiera sido de mí sin ellos. Tantos cientos de días he suplicado la muerte, incluso cuatro veces he estado con las manos en la masa y al final he dicho: Cristina mañana estarás un poquito mejor, no puedes hacerle eso a tus seres queridos pues les destrozarías la vida. Sé que es horrible ver sufrir a una persona a la que quieres, pues mi madre con 62 años sufrió un ictus masivo, vivió seis años más que horribles, no he visto mayor sufrimiento que el de mi madre (plenamente consciente de lo que le pasaba) y el de nosotras sus hijas. El día que murió me sentí feliz por ella, porque dejara de sufrir aunque no pudiera volver a verla. Siento que la perdí el día que le dio en infarto cerebral, pues casi no podía hablar, no tenía fuerzas, y lo que es peor ya no podía compartir con ella esas charlas maravillosas, pues se apoyaba en mí, además de en su hermana, cuando necesitaba hablar.
Imaginaos que mi padre murió cuando yo tenía 17 años, 13 cumplía ese día la pequeña, 15 iba a cumplir la siguiente y la mayor 21 que llegaba ese día del viaje de novios y mi pobre madre 42 años, sé muy bien de lo que hablo y nuestros seres queridos sufren muchísimo por nosotros, os lo aseguro.
Hace dos años en mayo, me sorprendió mi marido con un viaje a Málaga (1 hora de vuelo en Ryanair) a ver a dos amigas que no veía desde hacía 17 años. Fue un reencuentro genial. Como si nos hubiéramos visto el día anterior, la amistad de verdad no tiene límites y menos distancia. La cuestión es que una de ellas me habló de una amiga con una serie de dolores. Al llegar a Santander no me cocía el cuerpo y le mandé la página web de asedh. Con las mismas se lo dió a su amiga y fue a consultar a uno de los médicos de la asociación y le diagnóstico a ella, a su padre y a su hijo el síndrome de hiperlaxitud articular. A los pocos días me llamó por teléfono y le conté todo lo que hacía yo. En ese preciso instante fui consciente de que había ido a Málaga a ayudar a Lourdes y a su familia. Llegó a tiempo de no acabar como yo, ya iba en camino. Las casualidades no existen.
Hace un mes y medio he empezado a darme baños con dos kilos de sal marina (del súper) es una gozada y tiene unos efectos maravillosos. Podéis leerlo en la página web del Dr.Josep Masdeu Brufal. Tienes muchos beneficios: relajante muscular, elimina toxinas, mejora la circulación sanguínea, ayuda a la recuperación muscular, alivia dolores de reumáticos y musculares, enfermedades de la piel como la psoriasis, revitaliza los tejidos, calma la ansiedad, alcalinizante etc. También se puede beber el agua de mar filtrada, pero eso mejor consultarlo.
Cuando termine os voy a mandar algo que escribí hace dos meses. Un día que salí con mi marido y unos amigos. Me lo pasé tan bien, aguanté disfrutando toda la comida. Bueno cuando salgo me tengo que tomar varios vinos, todo sea dicho, pues me anestesia por lo menos mientras tomo el vino y un rato después. Bueno la cuestión es que llegué a casa tan contenta, que me tumbé en el sofá, sin siesta ni nada y mis dedos se pusieron a escribir, guiados por mi corazón. No sé lo que escribí, ni siquiera lo leí, no paraba de llorar, me desbordaban todas mis emociones y sin más lo colgué en Facebook. Me dijeron cosas tan tan bonitas que no puedo describirlo, me sentí inmensamente feliz y agradecida y muy querida. No sé sí me queda algo por decir.
Os dedico a todos y cada uno de vosotros mi experiencia y si en algo puedo ayudar a alguien aunque sea lo más mínimo, me siento satisfecha. No olvidéis que cuando tengáis un lesión debéis descansar hasta estar totalmente recuperadas, sino es mucho peor. Yo alguna vez he tenido que dejar de ir la clase cuando me pasaba algo. Era desesperante pero si no no te recuperas. Lo digo por Irene en Blanco que es la primera persona que leí al entrar en Facebook. Si tienes que pasar una temporada en la cama casi todo el día lo pasas, no querrás acabar como yo, ¿no?
Mucho cuidado con lo que hacéis. Tenéis que ser conscientes de cada cosa que hagáis. Tratar de estar lo más tranquilos posibles, me refiero a vivir en un ambiente relajante, si alguien os molesta os vais y no volver a ver a es persona. Practicar cualquier tipo de relajación, por supuesto entrar en la página de Suzanne Powell y hacer el curso pues funciona y luego que os ayuden todas las personas que puedan. Hacer gimnasia, el pilates es maravilloso para nosotras, durísimo pero se rectifica todo el cuerpo, claro está si podéis, si no otro tipo de ejércicio. Chi kung genial y cada uno de vosotros aprender a escuchar a vuestro cuerpo. El cuerpo nos dice lo que necesitamos.
Muchísima paciencia y cuando seáis capaces de asumir y comprender lo que os pasa, tratar de disfrutar de las pequeñas cosas que recibimos cada día. Dar gracias por las cosas buenas que nos dan los demás. Pedir ayuda siempre que la necesitéis y no penséis que estáis enfermos, simplemente que algo no funciona bien, pero que poco a poco funcionará. Quereros mucho, leer, escuchar música, hacer cosas que os hagan felices, reir lo más posible y amar todo lo que podáis a las personas que os rodean. Pensar en positivo pues realmente funciona. Lo que pensamos es lo que somos. Nuestros pensamientos se convierten en nuestros actos y nuestros actos en nuestra manera de vivir.
Cuando estéis desesperados llorar con todas vuestras fuerzas, gritar, hacerlo de verdad que no pasa nada, hay que hacerlo y no luchar contra ello, pero cuando se os pase levantaros y seguir adelante pues avanzaréis más que retrocederéis. Pasito a pasito, mirando hacia delante, viviendo el aquí y ahora y nada más. La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía… Lo cual puede llevar toda una vida y poca gente es capaz de conseguir y mucho menos sentir.
Ya tengo 50 años, me llegó la menopausia esa… pero soy feliz por todas las cosas buenas que tengo y me ha dado la vida. Por la experiencia desde el punto de vista positivo de «esto», por haber pasado lo peor, pues realmente los dolores han bajado de intensidad el día a día y ya eso me parece milagroso.
Por poder daros mi experiencia, para que hagáis con ella lo que necesitéis. Sé que soy mejor persona de lo que era (aunque ya era muy buena persona) no sólo para mí, sino sobre todo para los demás. Cuando sonreímos nos devuelven una sonrisa, eso es un hecho fácilmente demostrable, probar y veréis y así ocurre con nuestros pensamientos y nuestros actos. Hacer las cosas cuándo estéis preparados.
Yo no soy quién para dar consejos, pero si fuera alguno de vosotros me haría caso. Desde lo más profundo de mi corazón, considero mi responsabilidad y mi deber escribir todo esto. En la vida todo lo que aprendemos es para darlo y enseñarlo a los demás, si no qué coño hacemos aquí, ¿no creéis?
Un beso muy grande de vuestra compañera
Cristina
Al volver a repasar todo, dos años después, he de deciros que llevo casi un año que he retrocedido, han aumentado los dolores etc,. La puta menopausia supongo que será, pues ya me lo advirtió el Dr. Senegás que trabajase mucho mi cuerpo que en la menopausia se agravaría. Lo estoy pasando muy mal pero sigo trabajando mi mente y mi cuerpo para volver a recuperar todo lo perdido y mejorar aún más lo que me queda de vida.
Cristina Gutiérrez Mateo
Me parece muy interesante tu testimonio.He aprendido muchas cosas con el.Te doy las gracias por compartirlo.
Yo tengo 53 años y tengo El Sindrome .he padecido muchos dolores toda mi vida.Pero descubri por casualidad el pilates y me ha ayudado mucho a no tener tantos dolores.Tsmbien un Osteopata me ayuda .Tengo una vida mas agradable .Gracias por todo
Cristina, gracias por compartir tu experiencia .
Tu testimonio ha sido simplemente espectacular, gracias por compartirlo. Eres un ejemplo de lucha y superación. De verdad muchas gracias.
Un saludo.
Admiro mucho tu actitud. Yo tengo cosas menos graves que me limitan bastante, y me desespero mucho, por eso te admiro. Gracias por compartir. Me has dado alguna idea para llevar lo mío mejor.