ANSEDH participa en el Taller Duelo Resiliente de FEDER

El pasado 23 de Noviembre nuestra delegada de Andalucía Occidental, Mariángeles Docampo, asistió al Taller Duelo Resiliente impartido por el Servicio de Atención Psicológica de FEDER donde se trataron temas como

  1. Taller de duelo resiliente  de FEDER ¿Qué es el duelo? ¿De qué hablamos cuando hablamos de duelo resiliente?
  2. Etapas y procesos
  3. Tareas en el duelo
  4. Metáfora de la resiliencia
  5. Cómo hacer un duelo de manera resiliente
  6. Cómo vivir tras la pérdida
  7. Reflexiones
  8. Lecturas y libros recomendados

En el taller se abordó como afrontar a un duelo, no solo referente a la perdida de una persona sino al duelo tras un cambio importante en nuestras vidas, algo muy marcado en nuestra enfermedad.

De este taller nos quedamos con el escritor y poeta Rudyard Kipling con su poema:

Elegí la vida

No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
Y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prosas, compartido,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.
Elegí aceptar el pasado.

No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.
Elegí el amor.

Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.

Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.
Y elegí, al menos, cómo vivirla.

Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.
No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija.
Porque moriré viviendo.

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