Delegadas de ANSEDH asisten a la VII Jornada Anual del GTSED Psicología y Dolor

El Grupo de Trabajo de Psicología y Dolor de la Sociedad Española del Dolor (SED) celebró su VII jornada anual el pasado 12 de diciembre, que algunas delegadas de ANSEDH siguieron, ya que se habló de dolor crónico.

La primera mesa de la jornada, con el nombre «Evaluación ecológica momentánea, inteligencia artificial y mHealth», contó con tres ponencias que se centraron en el uso de las nuevas tecnologías para el tratamiento psicológico del dolor crónico. La primera ponencia, Integrando la evaluación ecológica momentánea en terapias psicológicas para el abordaje del dolor crónico, a cargo del Dr. Juan Pablo Sanabria, trató de las terapias psicológicas en dolor crónico y de la importancia de la recolección de datos en tiempo real y en un entorno natural, para complementar lo que se hace en la consulta. Esa recolección de datos se puede hacer con apps en móviles, tablets e incluso con el uso de relojes inteligentes. Las ventajas de la evaluación ecológica momentánea van desde la disminución de sesgos, el contexto natural y la identificación por parte del profesional de cambios dinámicos en el paciente.

La segunda ponencia, a cargo del Dr. Rubén Nieto, fue «El potencial papel de la IA en la evaluación y el manejo del dolor crónico». En esta charla se pusieron varios ejemplos del uso de la inteligencia artificial para ayudar al profesional en casos de dolor de dolor crónico. Así se citó el uso de inteligencias artificiales narrativas que ayudan a analizar los escritos de los pacientes. Otros usos son la generación de poblaciones sintéticas para testear tratamientos, el uso de aplicaciones de detección del dolor por expresión facial o la personalización de intervenciones.

La última ponencia de esta mesa fue «Apps para el dolor: ¿Tienen evidencia científica?», de la Dra. Rocío de la Vega. La charla citó las ventajas del uso de las apps como puede ser la captura de datos en tiempo real, el uso en protocolos de evaluación, la accesibilidad a los tratamientos,… El problema es la falta de evidencia científica de su funcionamiento, ya que no hay estudios suficientes ni sobre su funcionamiento sobre si afectan negativamente, ni en adultos ni en adolescentes. 

La segunda mesa se centró en «una aproximación multimodal al dolor crónico» en la que se habló del uso de la neuroimagen y de los biomarcadores en el diagnóstico y seguimiento del dolor crónico. Así, en la primera ponencia, «Integrando la neuroimagen en los ensayos clínicos sobre terapias psicológicas para el dolor», la dra. Sonia Medina explicó que el dolor crónico depende de factores biológicos, psicológicos y sociales, y que para medirlo lo ideal es el uso de biomarcadores, analizando el sistema nervioso central. Los ejemplos que puso la doctora fueron el uso de la neuroimagen para medir la demanda de sangre en una  zona del cerebro en personas con respuesta a un tratamiento para el dolor, y en personas sin respuesta, o la misma demanda de sangre en la amígdala antes y después de un tratamiento para el dolor.

La siguiente charla se tituló «Estimulación magnética transcraneal en dolor crónico», en la que el dr. Diego Redolar explicó qué es y en qué consiste este tratamiento, y que se estudia su uso sobre todo en dolor neuropático y fibromialgia. De hecho, en estos casos ya hay evidencia cínica de su nivel de eficacia en la reducción del dolor tras aplicaciones repetitivas. El inconveniente actual es que se necesita una buena evaluación y el uso de neuroimagen para aplicar este tratamiento.

Para acabar con esta mesa, la dra. Dolors Soler habló de «Biomarcadores predictivos para el dolor neuropático». La doctora explicó que actualmente no hay biomarcadores que identifiquen claramente el dolor crónico y eso es por diversos factores. Por ejemplo, el dolor es algo totalmente subjetivo y la descripción del mismo es aprendida. Aunque se usan escalas de dolor, la subjetividad hace que el análisis se complique. Por eso, la neuroimagen y el uso de biomarcadores, podría ayudar a saber si una terapia disminuye el dolor, como se ha explicado en la primera ponencia de esta mesa, o la para ayudar a diagnosticar y elegir el tratamiento. La dra. destacó los biomarcadores para la detección de patrones de actividad, y los de predicción, que se usarían junto con la inteligencia artificial para saber si el tratamiento funciona.

La jornada acabó con la intervención de la doctora Whitney Scott, con la ponencia «Pain stigma and the need for compassionate social systems?» (El dolor, el estigma y la necesidad de sistemas sociales compasivos). En la charla se habló de estigma y la discriminación que puede llevar asociado el dolor crónico, sobre todo en casos en los que no hay una explicación biomédica clara. Ese estigma puede agravarse además por casos biopsicosociales, como el género, el estatus económico, la edad, la orientación sexual,… Lo importante es disminuir el efecto de ese estigma en los pacientes, y eso se puede hacer mediante tratamiento psicológico en el que se trate la autocompasión desde el lado positivo y se recurra a las sociedades o comunidades compasivas. En estas comunidades la compasión tiene que ver con interesarse por los problemas de las otras personas, con atención plena, tratarles con respeto y dignidad ante sus demandas; es estar presente ante el sufrimiento y acompañarles. Con ello se disminuye el estigma y los perjuicios asociados al mismo, mejorando la calidad de vida del paciente.

 

 

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