Cristina Abella

Testimonio Cristina Abella

Hoy tuve otra batalla (así llamo a las visitas a médicos) de la cual salí un poco más perdida de lo que entré (Algo abatida pero mañana resurgiré de las cenizas).

Ya padecer una de estas cosas te hace tener que ser fuerte anímicamente (entre otras cosas) como para que se permitan el marearte con diagnósticos (a veces sin prestar caso a determinadas cosas).

No somos números de expedientes o de tarjetas. Y qué más quisiéramos no tener que hacer un tour medicohospitalario, ni ser conocedores de tantos medicamentos, o tener que aguantar determinadas injusticias (o cosas inhumanas).

Síndrome de Ehlers-Danlos tipo 3, fibromialgia, o como quiera que se llame, solo sé que desde siempre tuve una salud peculiar, que las lesiones son imposibles enumerarlas, que hace años me prohibieron las radiografías por demasiada radiación recibida, y dolores… Mi pareja me decía un día «Quiero que me digas todo lo que te duele». Imposible, sería de locos, le respondí.

Hay días que los dolores me respetan y son más suaves, otros, en los que poner los pies en el suelo al despertar, las plantas de los mismos ya avisan de que se avecina día malo, y que seguramente hasta unos vaqueros ajustados pueden llegar a producir dolor.

Diagnosticada por épocas de fibromialgia o de Ehlers-Danlos tipo 3, aunque sean invisibles a los ojos o las pruebas medicas. ¡Existen!

Y existen gritando en nuestros cuerpos, en nuestras vidas, en las peleas del día a día en las que plantamos cara, y además con la mejor de nuestras sonrisas.

Cristina Abella

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